Historia de Andrei Chikatilo

Andrei Romanovich Chikatilo, el destripador de Rostov
Andrei Romanovich Chikatilo, el destripador de Rostov

"Soy un error de la naturaleza, una bestia salvaje..."
Andrei Chikatilo

Andrei Romanovich Chikatilo nació el 16 de Octubre de 1936 en Yablochnoye, un pueblo de Ucrania en la entonces Unión Soviética. La niñez de Chikatilo fue muy difícil dado que su padre había caído prisionero de guerra durante la Segunda Guerra Mundial y su madre se había encargado ella sola de sacar adelante lo que quedaba de la familia, consistente en el y una hermana 7 años menor. En su infancia le tocó ver muy de cerca las escenas de la guerra, los resultados de constantes bombardeos alemanes dejaban una estela de heridos y cadáveres regados en algunas calles. Esos cuerpos asustaban al joven Chikatilo pero a la vez le provocaban sobresalto y curiosidad.

Andrei Chikatilo fotografiado de joven
Andrei Chikatilo fotografiado de joven

No esta confirmada la real existencia de un hermano mayor de Andrei Chikatilo sin embargo, de chico y para controlarlo la mama le recordaba constantemente la historia de su hermano quien había muerto en la hambruna y unos vecinos se lo habían comido. Debido al proyecto Estalinista de colectivizar la actividad agrícola, mucha gente había sido trasladada y los efectos de mediano plazo fueron la quiebra de pueblos enteros y la hambruna. A pesar de que era probable que la gente mas desesperada cometiera actos de canibalismo, no se puede confirmar si tal suerte le tocó al hermano de Chikatilo, pero de que era una buena historia de terror, si que lo era. El chiquillo lo pensaba dos veces antes de abandonar el patio de la casa donde vivían. También se sabe que en su infancia Chikatilo orinaba la cama durante las noches, por lo cual era duramente reprimido y humillado por su madre.

Una vez en custodia policial, Chikatilo declaró que de niño tenía una fantasía recurrente que consistía en llevar el a soldados alemanes al bosque para ejecutarlos. Esa era una fantasía común de la niñez rusa durante la guerra. Pero la niñez de Chikatilo fue como con muchos otros asesinos seriales, de soledad y aislamiento. Los demás niños se burlaban de su extraña forma de ser así que desde niño comenzó a albergar fantasías de violencia y tortura contra sus semejantes. Su primera experiencia de tipo sexual fue entre los 10 y 15 años cuando un día se abalanzó contra una amiga de su hermana, ante el forcejeo de la muchacha para librarse de su abrazo, Chikatilo eyaculó. Esa asociación entre un acto de violencia y la eyaculación quedó fijamente plasmada en su mente para siempre.

Foto ya clásica del maniático Chikatilo sonriendo durante su juicio
Foto ya clásica del maniático Chikatilo sonriendo durante su juicio

Posteriormente es enroló en la armada para cumplir el servicio militar y de regreso quiso llevar una vida como la de cualquier otro. Se consiguió una novia, pero llegado el momento no pudo efectuar el coito y la muchacha se burló de él e incluso tuvo la ocurrencia de platicar el chisme por todos lados. Aquello era para arruinar la vida de cualquiera. Chikatilo fantaseaba encontrarse a solas con la susodicha y hacerla pedazos en castigo por esparcir la información acerca de su impotencia. Nunca pudo conseguir una erección, lo cual debió ser extremadamente frustrante. A pesar de ello y gracias a los arreglos de su hermana, se casó en 1963 y tuvo una hija y un hijo. Tras eyacular introdujo a mano el semen en la vagina de su mujer. Ni falta hace imaginar que aquel matrimonio era de lo más desabrido de esta vida, con una mujer muy al estilo de su madre, Chikatilo no hacía otra cosa que reforzar su apartado y enfermo mundo interior poblado de enojo y violencia que aumentaba conforme transcurría el tiempo.

En 1971 Chikatilo obtiene un grado en literatura en un curso por correspondencia pues cuando intentó entrar a la universidad fue rechazado.

Completamente opuesto a su mundo interior, por fuera Chikatilo era un hombre de apacible y tímida apariencia. En su empleo como maestro de escuela elemental, jamás podía hacer valer por completo su autoridad con los educandos. Ahí nació y cultivó su atracción por las mujeres jovencitas. Ante los reportes de acoso las autoridades de la escuela hacían caso omiso. Cualquier explicación o pretexto aplacaba los ánimos de los involucrados. Nadie tuvo la precaución de ponerle un alto al pervertido Chikatilo que muy pronto escalaría un nivel más de violencia hasta llegar al asesinato.

Fotos de algunas de las víctimas de Andrei Chikatilo
Lyudmila Alekseyeva
Lyudmila Alekseyeva
Lyuba Biryuk
Lyuba Biryuk
Ivan Fomin
Ivan Fomin
Aleksei Khobotov
Aleksei Khobotov
Sergei Markov
Sergei Markov
Victor Petrov
Victor Petrov
Olga Stalmachenok
Olga Stalmachenok
Victor Tishchencko
Victor Tishchencko
Elena Varga
Elena Varga

Una vez apresado, se colocó un soplón en su celda quien supuestamente sería capaz de sacarle información, pero la maniobra fracasó. Se efectuó un cateo domiciliario, acto que sorprendió a la familia de Chikatilo, ahí no se pudo hallar casi nada a excepción de numerosos cuchillos de cocina, que por cierto no se pudo probar si efectivamente fueron usados como armas homicidas. De acuerdo a los procedimientos jurídicos en vigor la policía contaba con 10 días para obtener una confesión del sospechoso. El procurador Kostoyev, hombre enérgico y determinado pidió efectuar el interrogatorio. Su historial registraba cientos de interrogatorios exitosos contra unos cuantos fallidos. Se suponía que entraría en la mente de Chikatilo, entendiendo su lógica interna hasta hacerlo caer. Al fin y al cabo todos los criminales terminaban confesando... pero no fue tan sencillo. De principio el acusado declaró que la policía cometía un error hacia su persona, igual que lo habían hecho en 1984. Negó haber estado en la estación de tren el 6 de Noviembre como la autoridad afirmaba. Luego tomo lápiz y papel y escribió una declaración plagada de datos y referencias vagas acerca de sus "debilidades e indulgencias sexuales..." Admitía estar fuera de control, sin aclarar por que. Hablo de los pordioseros de las estaciones, como algunas chicas podían haber sido víctimas de ellos. También comentó que había considerado el suicidio. En resumen la declaración era una suerte de confesión sin serlo realmente. A pesar de que Kostoyev confrontaba a Chikatilo con el hecho de que sabían que mentía y de que la evidencia acumulada lo incriminaba, éste no daba su brazo a torcer. Pasaban los días y el procurador no podía cantar victoria.

Cuchillos hallados en el hogar de Andrei Chikatilo
Cuchillos hallados en el hogar de Andrei Chikatilo

Chikatilo solicitó unos días para meditar, ante lo cual todos pensaron que finalmente confesaría, pero llegado el plazo no fue así. Cada vez que se le presentaba información de sus crímenes decía que en ese tiempo lo había pasado en casa con su esposa. El informante ubicado en la celda de Chikatilo comentó que las técnicas de interrogación aplicadas únicamente lograban poner a la defensiva al sospechoso, finalmente Kostoyev entendió que no conocía la manera de doblegar la voluntad de Chikatilo. Antes de que se cumpliera el plazo de los 10 días tras los cuales debía acusarse al sospechoso, entre Kostoyev y Burakov tomaron la sabia decisión de llamar al doctor Bukhanovsky, para ver que podía hacer el, que ellos no habían podido.

Andrei Chikatilo escoltado por oficiales rusos
Andrei Chikatilo escoltado por oficiales rusos

Fue cosa de ver por primera vez al sospechoso, que Bukhanovsky reconoció al asesino que había perfilado en 1987. Un hombre ordinario, solitario y apacible. El doctor se presentó a Chikatilo con cortesía y le habló del estudio que sobre el tenía escrito. Durante poco más de dos horas platicaron acerca de los crímenes y su naturaleza. Para Chikatilo era claro que nadie como el doctor Bukhanosvky entendía su personalidad y sus problemas tan a fondo. Por primera vez alguien lo escuchaba y le mostraba algo de simpatía. Gracias a la intervención del psicólogo moscovita, Chikatilo terminó por confesar sus crímenes y abrió su oscuro mundo interior a la policía. Recordaba detalles de cada uno de sus ataques corroborando su culpabilidad. Hablo sobre cuestiones, tiempos, lugares y detalles que solo el verdadero asesino podía conocer. Condujo a los detectives a sitios apartados donde yacían restos o cadáveres enterrados. Inclusive se montaron recreaciones de los eventos con muñecos y maniquís. La cuenta final de víctimas quedó en 53 confirmados: 31 mujeres y 22 hombres.

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